Recuerda Tu Por Qué
Fotografía por Déborah Martel-Rogers
Todavía recuerdo mi primer año como profesora a tiempo completo. Todavía no tenía mi propio coche y caminaba a la parada de la guagua temprano por la mañana mientras llevaba mi maletín rojo, para el que había ahorrado con tanto orgullo el dinero que había ganado durante mis tutorías semanales por toda la ciudad. La ciudad donde yo trabajaba y vivía entonces, Las Palmas de Gran Canaria, está en una isla, por lo que podía ver el océano, independientement desde donde mirase.
Aquel día fue mágico. Incluso tuve la impresión de que alguien estaba mirando mis zapatos de lazos rojos mientras pensaba que yo tenía que ser una profesora, sin lugar a dudas. Cuando llegué a la línea que se formó delante de la guagua, varias señoras me pidieron que pasara primero ya que ellas no tenían prisa, y yo obviamente sí. Les dí las gracias juntos antes de pagar mi billete de ida y sentarme en la última fila del fondo.
Algunos jóvenes me miraron sin parpadear. Yo les ignoré. Algunas señoritas miraron hacia atrás, hacia donde yo estaba, con una mezcla de curiosidad y confusión. Yo sabía lo que estaba haciendo. Desde muy temprana edad, cuando tomaba la guagua a diario para asistir a mis clases de artes marciales, la rutina era obvia. Las señoras en la parte delantera de la guagua, cerca del conductor, las parejas en el centro, y las personas más jóvenes en la parte de atrás, excepto por loss muchachos, que se sentaban en la última fila de atrás. Hablaban muy alto, burlándose de los otros pasajeros y del chófer - que no se atrevía a llamarles la atención a menos que se sentaran en la parte de delante, cerca de su asiento.
Mis vecinos trataron de hacerme sentir incómoda. Yo puse mis pies en el reposa brazos vacío delante mío, y saqué el libro más grueso que tenía en mi maletín. Tan pronto como vieron que no pertenecía a su liga, continuaron hablando los unos con los otros como si yo no existiera, aunque mi vista periférica me hacía saber que sentían curiosidad por saber quién era esa mujer con los zapatos rojos.
Cuando llegué al instituto que elegí el primer año, noté como toda la fila de atrás de la guagua se bajó conmigo. No pude dejar de sonreir mientras pensaba en las posibilidades interminables que esta coincidencia podía traer. Tal y como me imaginé, mi fila de atrás me siguió dentro del instituto, auqnue esta vez, noté cierta incomodidad por su parte cuando me vieron entrar en la oficina del director para presentarme.
Unas cuantas horas y varios cientos de estudiantes más tarde, tuve el placer de conocer a mis vecinos de la fila de atrás en cada una de mis clases, siempre sentados en la parte de atrás, eso sí. Esta vez, sin embargo, yo me senté en la primera fila, mirando hacia ellos. Ellos siguieron hablando y empezaron a reirse de sus compañeras de clase. Entonce abrí mi maletín rojo, muy despacio, saqué una manzana (roja, por supuesto) mientras les miraba fijamente.
Toda la clase se mantuvo en silencio, ausentes al drama que se iba a desarrollar. Me comí mi manzana, mordida a mordida, de una forma muy parsimoniosa, y luego anuncié que era mi honor llegar al fondo de la questión. Se miraron unos a otros, y sonrieron con una mezcla de alegría y confusión.
En mi primer día, mis estudiantes estaban listos para disfrutar de un día libre de tareas, hasta que vieron como yo estaba escribiendo una larga lista de páginas en el tablero de anuncios que tenían que leer y estudiar ese día. Definitivamente, no aprecieron mi gesto ese día.
Al siguiente día, mi grupo de tutoría estaba silencioso, pero no de forma amigable. Se podía decir que no les gustaba mi presencia en su clase. Yo no vestía como ellos, ni me comportaba como ellos. Todo eso empezó a cambiar cuando abrí mi maletín y empecé a darles una manzana roja a cada uno, con un mensaje que decía: "Me atrevo a leer en público" (I dare to read iin public).
Dese ese momento, ví a mis estudiantes leyendo y escribiendo en la guagua y sentándose en diferentes filas. Habían empezado a desarrollar una sed por el conocimiento que me hizo sentir muy orgullosa de ellos.
Al final del curso escolar, compartí la noticia de que había pedido una transferencia a otro campus. Estaba más cerca de mi apartamento, y me permitiría ir caminando al instituto y de vuelta a casa todos los días. No me hablaron fuera de clase durante un par de días, pero después de que acumularon la fuerza para desearme buena suerte en mi futura aventura, me dieron un regalo: Una manzana roja con el siguiente mensaje: "Me atrevo a sentarme en la primera fila." "I dare to sit in the front row." Devoré mi regalo delante de ellos. Nos reímos todos juntos y nos deseamos mutuamente la mejor de las suertes.
Ahora you soy, algunos años y cientos de millas más tarde, una aspirante a la administración en la educación pública en la hermosa California, USA continental. Terminé con éxito mi autorización bilingüe, un segundo Masters, en Administración Educativa, y me hice Doctora en Liderazgo Educativo. Además, tuve el honor y el privilegio de recibir el Premio del Estado de California de CALSA y del área 3 a la Aspirante a Dirección, y el Premio a la Excelencia Educativa de mi Distrito, BCSD, en la Categoría de Integridad, en Marzo del 2024. Por si esto no fuera suficiente, mi nuevo viaje incluye ayudar a un maravillos grupo de profesionales en el mundo de la educación pública, en la Escuela de Secundria Abraham Lincoln Jr. High, a preparar a futuros graduadosa que sean reclasificados como bilingües al recibir su proficiencia en el idioma inglés también antes de ir a la prearatoria (instituto). El tiempo dirá a dónde me llevará este nuevo viaje. Si hay algo de lo que estoy segura, es de que todo esto merece la pena. Yo elijo lleva mi Por Qué a todas partes donde voy. La Equidad no es lo que hago. La Equidad es quien soy.
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